Unas de las cosas que a pesar que nuestro cuerpo lo necesita y muchas veces no le hacemos caso.
La sensación de entrar en el mar en invierno, lo miramos con ganas.
Yo este invierno lo probé después de una jornada dura de trabajo entre con un día lluvioso y frio, fue muy poco tiempo pero la necesidad era apreciable al salir note una relajación como si recargara pilas por todo mi cuerpo. Mis piernas estaban arañadas por el duro monte y más de un moratón, sentí un picor y una activación del riego sanguíneo.
Ciertamente lo necesitaba!
Hace unos pocos días, viví otra sensación solo y únicamente la de estar sobre el mar propulsada por el viento, sin ruidos ni vibraciones, como si fuera el suave va-ven de una mecedora.
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